viernes, 21 de mayo de 2010
2. Moisés
Terminaba Julio y la tarde se derretía sobre los tejados de Madrid.
En la calle del Ensanche la temperatura siempre era un par de grados más alta. La anchura de la calle –o mejor la falta de ella- así como su desarrollo angosto, dificultaban la circulación de aire. El nombre de la calle tiene un origen desconocido, aunque ya se menciona en los Hechos Cómicos de la Villa, del ilustre cronista del siglo de oro, Hipólito Medialegua: “...la calle llamada del Ensanche, con nombre de origen incierto y posiblemente debido a algún caballero con los medios y la posición necesaria para dejar su gracejo inscrito en las fachadas de esta Villa. Esta calle es de estrechez tan notoria que figura en los registros como la de menor anchura de toda la municipalidad.”
Menciona este mismo cronista “...un hecho o leyenda acaecido en los albores del siglo en la calle del Ensanche, que fue escenario del amor de la joven Dorotea y su amado Miguel. Viviendo este último de alquiler en una habitación con balcón frente a la ventana enrejada de la casa de Dorotea, y sufriendo ella la reclusión propia de una doncella de su edad en una casa de bien, la historia de amor se desarrolló de balcón a ventana, y algunos fueron testigos de las caricias que compartían, sin moverse cada uno de ellos de su propio domicilio. Termina la historia cuando Dorotea queda encinta, y tengo aquí que decir que, a pesar de la escasa distancia que separa ambas casas, el hecho tuvo por fuerza que deberse más a la habilidad de Miguel de burlar la guardia de la doncella, que a alguna dotación natural que le permitiera consumar desde el otro lado de la calle.”
A pesar del calor, Moisés volvía a casa saltando a la pata –pierna- coja, alternando la pierna de apoyo cada dos saltos:
-Uno-dos –con la izquierda-, tres-cuatro –con la derecha-, así-salta –izquierda- el la-garto –derecha-, cinco-seis, siete-ocho, me-como, un biz-cocho, nueve-diez, once...
El doce no llegó a oírse en este lado porque Moisés había desaparecido justo debajo del balcón desde el que Miguel cortejó a Dorotea.
Pero el doce sí se escuchó con claridad en el otro lado, aunque nos quedaremos sin saber la rima porque el niño quedó paralizado, sobre una sola pierna, mirando fijamente al hombre que tenía frente a él: moreno, el pelo largo, barba larga y descuidada. Le miraba derrumbado en un sillón con los ojos muy abiertos, inundados de la desesperación más absoluta.
-¿Será posible que esto no termine nunca?
El niño relajó la pierna encogida y mejoró su apoyo, pero no entendía la pregunta que parecía que le dirigían a él.
-¿Es que no tenéis otro lugar en el que saltar más que en esa dichosa calle?
-Señor..., yo no... –balbució Moisés-. Yo sólo... –y una lágrima luchaba por asomar a su rostro.
-Sí, ahora te toca llorar, y después... Si ya me sé la historia, así que abreviando. ¿Cómo te llamas?
-Moisés.
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La Casa del Lago
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Hola Prio.
ResponderEliminarHay dos cosas que en tu blog que me %&/$%&$%&%$
1- la ventana de publicidad
2- que cuando comento sin registrarme y envío el mensaje, me lo pierde; y si comento y luego me registro, me lo pierde también.
Así que hoy vengo vestida y a ver si hay suerte.
Leyendo la entrada escuché la voz de Fortunata y Jacinta, y la imagen de La sombra del viento.
Pienso que llamar Moisés al crío no ha sido accidental y que tiene papel importante en la historia.
Buen fin de semana
Sobre los temas técnicos, no tengo demasiado tiempo para refinamientos, pero a mi la publi no me sale.
ResponderEliminarSobre el resto, La Casa del Lago está creciendo al estilo de las novelas por entregas: cuando publico un capítulo no está escrito (ni pensado) el siguiente. La técnica tiene su gracia, pero también su dificultad. Lo mismo acabo en el centro del laberinto y no encuentro la salida... o puede que esa sea la historia.
A mí esto de La Casa del Lago no me queda claro. Pero en fin, ya sabes, amigo mío, que a mí a veces me faltan entendederas para tus escritos.
ResponderEliminarPor ejemplo, este texto está escrito con mucha gracia, y sin embargo, no sé dónde encaja. O quizá no tengo que intentar hacer un puzzle con las cosas que cuelgas.
Me angustia pensar que Moisés sea el medio por el que se ejecute la sentencia. Tampoco me tranquiliza ignorar el alcance de la conversión.
ResponderEliminarEstas entregas empiezan a inquietarme. Y cuando me inquieto me da por fabular montada en una espiral de "y si... y si..." de la que me es complicado bajar.
Así que gracias.
Un saludo.
PS: Mmmm... se me olvidó decir que pinché en algo que estaba en otro lugar y aparecí aquí. Para mi fortuna, añado.
PSS: a mí también me sale una ventana emergente cuando entro aquí; por si sirve de algo que lo diga, digo.
no lo tengo claro, creo que he localizado y resuelto el problema de la publi.
ResponderEliminarOcelote, todo esto encaja, al menos en mi cabeza. Lamentablemente no tengo el tiempo que quisiera para redactarlo con algo más de agilidad. Pero eso sí, pienso mandar al garete el clásico planteamineto - nudo - desenlace.
Arrebolada, en primer lugar bienvenida. Me da un poco de vértigo tener más de un visitante. Pero además me has dado una ideas: si tu crees que Moisés debe ser el ejecutor, puede que acabe siendo así.