viernes, 11 de diciembre de 2009

Estrachas

Perseguía Ernesto el último trozo de flan cuando nos comentó sin levantar la vista del plato:

-¿Os he contado que tengo un amigo escritor?

Nicolás encendió un pitillo (sí, aún fuma) sin perder de vista la persecución del flan y preguntó:

-¿Tu amigo es un escritor de verdad?

Ernesto hizo una pausa en su pelea con el postre, levantó la cabeza y respondió:

-No, qué va; mi amigo sólo escribe estrachas.

Yo dudé si el desconocimiento de la palabra era debido a mi ignorancia y preferí mantenerme a la espera, de manera que fue Nicolás el que hizo la pregunta que yo tenía en los labios:

-Y eso de las estrachas... ¿qué es?

-No sabría explicartelo -respondió Ernesto, reanudando la persecución.- Sé que tiene algo que ver con el fútbol... Pero él lo explica muy bien. Tiene un blog: estrachasdelocelote, en blogspot. Lo mejor será que lo leaís allí. Lo que yo puedo deciros es que su estilo es diferente: lo distinguiría sin dudar de Ken Follet o de Dan Brown.

-Pues si tiene tanta labia y además sabe de fútbol es algo así como la reencarnación de Matías Prats. El padre, claro -apunté yo.

-A Matías Prats no se parece... Bueno, al hijo un poco, aunque a mí me recuerda un montón a Gallardón -respondió Ernesto alzando el dedo índice de su mano izquierda contra el flan.

Nicolás hizó unos aros con el humo y distraídamente tocó la madera de la mesa. Después insistió:

-¿Pero tu amigo es escritor de verdad o no?

Como Ernesto y yo le miramos sin entender porque la pregunta parecía estar ya respondida, nuestro compañero de almuerzo se explicó:

-Yo considero que alguien es escritor de verdad cuando hablan de él por sus obras. Da igual que se gane la vida o no con la literatura, pero que se hable de su creación es lo que le convierte a uno en escritor.

Ernesto, que sostenía triunfante el flan en la cuchara (gracias a la ayuda del dedo índice), le sacó de dudas:

-De mi amigo no habla nadie. No sale en la tele ni en los periódicos... Ni siquiera comentan su estilo en un blog de esos que están tan de moda.

Nicolás apagó el cigarillo en el cenicero, miró con reproche cómo Ernesto se comía el postre (la lucha no había sido justa) y nos confesó:

-Yo tuve un blog una vez, pero lo dejé.

-¿Por qué? -Mi interés se centraba en el motivo de su abandono y no en el contenido.

-Me parecía un acto de onanismo.

Con este comentario abandonamos el local, yo pensando en llegar a mi ordenador (donde la Wikipedía y la historia de Onán disminuirían un ápice mi ignorancia), Nicolás recordando su difunto blog y Ernesto con la satisfacción de haber triunfado sobre el flan.

2 comentarios:

  1. Hola. Tengo un amigo que se llama Ernesto, y siempre pide flan de postre. Menuda casualidad.

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  2. jajaja...
    no lo tengo claro

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