domingo, 19 de junio de 2011

V Descanse en paz

Leo en una revista que se buscan en un antiguo convento de Florencia los restos de Lisa Gherardini, en concreto su cráneo. Se trata de la famosa Mona Lisa inmortalizada por Leonardo da Vinci y que durante siglos ha cautivado a todos los que han tenido la oportunidad de contemplar la pintura.

Desconozco las razones del pintor, escritor, artista, inventor y no sé cuantas cosas más para retratar a la dama, ignoro la relación que les unía y por supuesto qué esperaba Leonardo que ocurriera con su obra pasados los siglos.

La misma ignorancia se me puede achacar sobre las razones de Lisa para dejarse retratar y si esperaba pasar a la posteridad, aunque creo que no me equivoco si pienso que nunca se le pasó por la cabeza la fama que alcanzaría su sonrisa.

Esa cabeza por la que seguramente no pasaron estos pensamientos es la que ahora buscan bajo las losas de un antiguo edificio. La idea es localizar los restos y hacer un análisis de ADN para compararlo con los restos de sus hijos. De esta manera, una vez identificados los huesos y probada su pertenencia a la modelo del cuadro, tomaran su calavera para, mediante procedimientos de alta tecnología, determinar cuál debió ser su rostro y compararlo con el retrato de Leonardo.

Posar de modelo para un retrato que pasa a la posteridad sirve de excusa para que desentierren tus huesos para comprobar si la imagen que se extrapola de los mismos se parece al retrato. ¿Soy el único que no lo entiende?

Descanse en paz Lisa Gherardini.

miércoles, 15 de junio de 2011

IV Bellenuit

Anoche terminé de leer Bellenuit y, esperando que el autor obtenga algo de provecho de mis modestos comentarios, aquí los dejo.

La idea central es buena, tiene muchos precedentes en la historia de la ciencia ficción -¿hay algo que no esté inventado desde Julio Verne?- pero sin duda el planteamiento es original y la relación entre las dos realidades están aún por concretar, manteniendo vivo el interés por la segunda parte.

Peca de la manida relación chico-chica que se unen para salvar el mundo, pero a ver quién tira la primera piedra. Yo desde luego no, que también he caído en el tópico.

El tiempo es un tema apasionante y ciencia ficción pura. Imprescindible leer a H.G. Wells –La máquina del tiempo- y Isaac Asimov –El fin de la Eternidad-. El acercamiento de Goya al tema común es diferente y no menos interesante.

Tiene el texto, a mi parecer, tres aspectos susceptibles de mejora:

-No puedo con las descripciones detallistas que aportan datos innecesarios, y Goya lo hace continuamente con la vestimenta de cada personaje. Si el color del pantalón no es determinante para la historia no necesito saberlo.

-Se nota pereza o prisa, o quizá ambas, en los resúmenes que cada personaje hace a un tercero cuando tiene que contarle parte de la historia que no ha vivido. Por supuesto, no se deben utilizar varias páginas en volver a relatar lo ya contado, pero en lugar del resumen acelerado creo que soluciones como “le puso al día de los acontecimientos” son más elegantes.

-Cierta prisa aparece también hacia el final del libro, cuando la relación con el cronarca al mando va como la seda, todos son muy amigos y sucesos que deberían ser difíciles de asumir por algún personaje se resuelven con una prontitud y una facilidad que no encaja.

Dicho esto, la historia es buena –repito-, está bien construida, avanza con fluidez e interés, tiene sus sorpresas –Jesse, Viktor- y engancha. Tengo que hacer la prueba, pero supongo a un adolescente (o preadolescente) le enganchará mucho más. No por ello deja de ser también una historia para adultos.

Algún personaje debería quedar mejor perfilado, y espero que en la segunda entrega Dakna tenga mucho más que decir –promete-; no así Charlotte, a la que veo triste y oscura, aunque puede ser lo que toca.

Siempre es más fácil enumerar los defectos que las virtudes, y pienso que el mayor defecto es que falta una última lectura detenida por parte del autor, hecho que a buen seguro hubiera corregido gran parte de lo que digo más arriba.

Quien no haya escrito alguna vez más de cien páginas no puede hacerse una idea de lo complicado que es articular una historia, que todo encaje en su sitio, que cada hecho tenga un significado posterior y a la vez que entretenga al lector.

Leedlo, sin duda será tiempo bien aprovechado. Aquí os dejo la página de descarga.

Enhorabuena Juanjo.

Feliz semana.

lunes, 23 de mayo de 2011

Atención al cliente

-Buenos días, le atiende Yanina, ¿en qué puedo ayudarle?
-Buenos días, quiero solicitar la baja del servicio de mantenimiento de línea.
-¿Me dice su número de teléfono?
-Una locución me indicó que lo marcara en el teclado hace unos segundos…
-Sí, pero nosotros no tenemos acceso a los datos confidenciales de los clientes.
-No lo entiendo, pero se lo digo: 555.23.50.52
-Perdone señor, pero este número no coincide con el que introdujo en el teclado hace unos instantes.
-Pero si me ha dicho que no tiene acceso…
-Señor, estoy intentando ayudarle, si no colabora no podré tramitar su baja.
-555.23.50.52
-Ahora sí, me dio usted mal el último número. ¿En qué puedo ayudarle?
-Quiero solicitar la baja del servicio de mantenimiento de línea.
-Le paso con el departamento de bajas, no se retire.
-Buenos días, le atiende Idaira, ¿en qué puedo ayudarle?
-¿No se lo ha dicho su compañera?
-No señor, ¿desea usted hacer alguna consulta?
- Quiero solicitar la baja del servicio de mantenimiento de línea.
-Dígame su número de teléfono.
-Pero… 555.23.50.52
-No puedo tramitar su baja, caballero.
-¿Por…?
-El servicio de mantenimiento de línea está incluido en el pack promocional “Todofácil”.
-¿Y…?
-Para dar de baja el mantenimiento de línea tendría que dar de baja todos los servicios incluidos en el pack promocional.
-Que son…
-No puedo ofertarle ese pack de momento, porque no saldrá a la venta hasta el mes que viene, pero si lo desea le puedo pasar con un comercial que le explicará los detalles.
-No, prefiero que proceda a la baja del pack.
-Señor, acabo de explicarle que esa oferta todavía no está disponible, ¿cómo quiere que tramite la baja de algo que no existe?
-Pero el servicio de mantenimiento sí existe y ya no lo quiero.
-Mire usted, lo mejor es que espere al mes que viene, se informe del contenido del pack Todofácil y si no le interesa solicite la baja a mis compañeros de promociones.
-Señorita, no quiero esperar al mes que viene porque si no doy la baja ahora, ustedes empezarán a cobrarme el servicio y …
-¿Es que acaso quiere usted un servicio sin pagar por él? ¿Por qué se dio de alta entonces?
-Porque era gratis.
-Sería alguna promoción, le paso con un comercial para que se lo mire…
-No, señorita, ¿oiga?
-Buenos días, le atiende Zoraida, ¿en qué puedo ayudarle?
-Quiero pedir la baja de mi teléfono con todos sus servicios.
-Claro, dígame su número.
-555.23.50.52
-Caballero, no voy a poder atender su petición porque tiene usted en curso una solicitud para el pack Todofácil. Hasta que el procedimiento no se termine no puedo tramitar la baja.
-Pero yo no he pedido tal cosa…
-Un momento, le paso con el departamento de bajas para que se lo aclaren.

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lunes, 2 de mayo de 2011

III Digital

Y sucedió que el hombre aprendió a escribir (o recordó cómo hacerlo).

Y utilizó tablillas de barro. Y las piedras. Y la piel tratada de los animales.

Y sucedió que aprendió a fabricar papel y tinta y los utilizó para escribir.
Y escribió, y los monjes copiaron lo escrito escribiéndolo. Y el mundo se llenó de escritos en papel.

Y sucedió que el hombre inventó (o recordó) el ordenador. Y con el tiempo dejó de transcribir en papel lo escrito digitalmente.

Y sucedió que el hombre inventó los libros electrónicos y los llamó "ebooks".

Y sucedió que las editoriales no se enteraron. O quizá simularon no enterarse para alargar la agonía de un modelo obsoleto.

Sea como fuere, el presente está aquí y ya casi es pasado. No quiero discutir sobre el modelo de negocio adecuado, que lo piensen los que ganan dinero con el negocio. Sólo quiero aportar mi granito de arena y poner a vuestra disposición el siguiente enlace, donde un escritor publica su obra gratuitamente. No he leído el libro y por tanto no puedo opinar.

Feliz semana

domingo, 3 de abril de 2011

II Por el cambio

Aunque tenía pensado otro tema para hoy, la actualidad se ha colado con la noticia de la renuncia de Zapatero a presentarse a las próximas elecciones nacionales.

Me abstendré de hacer comentarios sobre las posibles motivaciones y efectos de esta decisión, que sobre ello ya se han pronunciado y se seguirán pronunciando los medios informativos de todo signo, pero quiero aprovechar la ocasión para recomendar un libro y una canción.

El libro, Mauricio o las elecciones primarias, de Eduardo Mendoza, habla tangencialmente de política (que es como creo que nos afecta el asunto a los españoles, un poco de sesgo), y después se centra en aspectos más cotidianos pero no menos complejos. Os recomiendo encarecidamente su lectura.

La canción, Never Change Lovers in the Middle of the Night de Boney M, también habla de cambio, aunque de otro tipo. Os la dejo aquí para vuestro divertimento gracias a una técnica que aprendí de un conocido bloguero.



Feliz semana

domingo, 27 de marzo de 2011

I Internet

Los temas habituales de conversación en los últimos días giran en torno a Japón, Libia y la energía nuclear. Si quisiera ser original hablaría de los PIGS, como nos llaman a los más pobres o menos avispados nuestros vecinos más ricos o más listos de Europa. Y si quisiera ser revolucionario o contrarevucionario, aunque nunca supe lo que es esto último, escribiría algo sobre el futuro de la democracia China. Y para todo ello utilizaría internet como vehículo: blogs, tweets, un muro de Facebook, un foro.

Pero lo que quiero proponer hoy como reflexión es una visión de internet como fin y no como medio. ¿Hay algo que haya crecido tan rápido y haya llegado tan lejos sin ser una plaga? ¿Qué medio de comunicación ha servido a la vez al Sistema y a sus detractores bajo las mismas reglas del juego y gratis?
¿Por qué proclaman los gobiernos que la red es un derecho del pueblo y además le dejan usarlo? ¿Por qué es tan fácil y barato crear un blog para decir lo que se quiera y al mismo tiempo es imposible conseguir una frecuencia de radio?

Cuando alguien dice lo que piensa, el que escucha sabe quién lo dice y cómo evoluciona la idea. Miles de personas que se hubieran limitado a apuntarse anónimamente a las ideas de otros abren una página y expresan su propia opinión, similar a las de otros que escriben en el foro del blog de este individuo al tiempo que escriben su página con un foro donde participa como artista invitado el autor del blog anterior, que a su vez tiene un lector que participa en el foro y que tiene su propia página donde comentan el primero y el segundo... La endogamia de la libertad de expresión.

No me hagáis caso, que soy un poco paranoico, pero si tenéis unos minutos leed el relato corto Mundo Futuro. No tengo en mente acompañar cada columna con un relato, pero sí lo haré en esta ocasión, consiguiendo un formato -salvando las distancias- parecido al de La Clave, aunque para redondearlo hará falta un pequeño debate a continuación.

Feliz semana

sábado, 26 de marzo de 2011

Mundo Futuro

Vanny Uloc llegó al edificio de Mundo Futuro a las nueve de la mañana, como todos los días. En aquellos tiempos en que moverte por la ciudad en tu vehículo particular era un lujo, Vanny disfrutaba, gracias a su reciente ascenso, de una tarjeta de movilidad personal emitida por el Ayuntamiento. El ascensor le dejó en el vestíbulo de la sexta planta. Sobre las puertas de cristal podía verse el logotipo de la compañía –una M sobre un globo terráqueo- y debajo, en letras azules: Mundo Futuro. Cambiamos el mundo cada día.

Entró por primera vez en su nuevo despacho. Se sentó y miró la pantalla encastrada en la mesa. El sistema de identificación del iris –una diminuta luz roja situada en la esquina superior derecha de la pantalla- parpadeó, le reconoció y encendió el terminal. La pantalla estaba dividida horizontalmente. En la parte superior, las respuestas a los mensajes enviados. Tocando con el dedo en cada uno de ellos, comprobó que eran las respuestas de ejecución a las órdenes cursadas la semana anterior, en su antiguo cargo como Responsable de Deportes: el Blumar ganaría tres a dos al Glof y se proclamaría por tercera temporada consecutiva vencedor del Campeonato de Klisdom; la clasificación definitiva para la carrera del próximo domingo de autopropulsores no atómicos estaría encabezada por una joven promesa; el próximo miércoles el boletín deportivo informaría acerca de la posible lesión de Loggio, el número uno indiscutible en la selección nacional de klisdom. Prepararían un mes bastante movido en el terreno deportivo.

Luego bajó hacia los mensajes nuevos, en realidad sólo uno. Bien, era su primer día y su jefe querría darle un tiempo de adaptación al nuevo puesto. Lo abrió pulsando sobre él. Dox le daba la enhorabuena y le pedía ideas sobre algún asunto de corrupción empresarial. Nada especialmente grave, pero que llamara la atención del público. Finalmente debía ser resuelto por la Agencia de Seguimiento de Empresas y los culpables condenados de manera ejemplar. Vaya, su primer trabajo. Y esto ya eran palabras mayores. Cierto que contaba con un equipo de ocho personas, pero la idea debía ser suya y después sus colaboradores le ayudarían a desarrollarla. Se reclinó en su asiento dispuesto a dedicar la mañana a pensar sobre el tema cuando sonó su localizador. En dos palabras, y con el tono que menos hubiera deseado para su primer día, su jefe le pedía que subiera a verle. Inmediatamente.

El despacho de su jefe era varias veces mayor al suyo. Y mejor decorado, de colores vivos, muy alegre, tan alegre que la cara de Dox llamaba la atención por su seriedad y su color grisáceo.
-Pasa Vanny, siéntate. Lamento que en tu primer día te veas envuelto en algo como lo que voy a contarte, pero necesito encomendarle esta labor a alguien de mi más absoluta confianza. ¿Cómo andas de política nacional?
Vanny no supo qué decir. Había estado estudiando economía nacional e internacional los tres últimos meses para prepararse para sus nuevas responsabilidades. Por supuesto que había relación con la política, pero el responsable de la Unidad de Economía Nacional tenía que saber de economía y no de política.
-¿Qué hay de Trunc? -preguntó Vanny, aunque ya suponía que debía existir alguna razón para que Dox no acudiera a él- ¿No debrías hablar con el responsable de la Unidad de Política Nacional?
-Vanny, si te he llamado a ti es porque este asunto no es sólo un problema de conocimientos y de experiencia, sino de confianza. Mi puesto está en juego. Más aún, yo diría que toda la Organización lo está. Estamos a punto hundirnos.
-Cuenta con toda la ayuda que pueda proporcionarte –pensó que era la única respuesta correcta en esa situación-. Dime qué pasa.
-Como sabes, la elecciones nacionales serán dentro de dos semanas. Es un evento importante, que entra dentro de nuestro cometido, y que al tener una cobertura informativa tan amplia, o bien se hace en directo dejando al azar algunos aspectos menos importantes o bien se graba de antemano. La Dirección decidió que en este caso debía grabarse, bajo las más estrictas medidas de seguridad.
>>También sabes que desde al año 1480, cuando comenzó a prepararse la farsa del descubrimiento de América, nunca hemos sido descubiertos, ¡y eso que ese primer trabajo necesitó doce años de preparación! En todos estos siglos ha habido algunos problemas, espacio para los rumores, pero jamás se ha podido demostrar nada. Los miembros de nuestra Organización casi siempre han sido fieles, y los avances tecnológicos de los últimos años nos han ayudado a ser más seguros. Tú no lo sabes, pero el sistema de identificación del iris no sólo es la llave para tu acceso a la oficina y al terminal. También es una analizador que puede detectar cambios químicos y psíquicos: si estuvieras tramando algo, saltaría la alarma.
>>De alguna manera, Trunc ha burlado todos nuestros controles y ha filtrado el resultado de las elecciones. Todo: porcentajes, reparto de escaños, representantes... Sólo un par de revistas de tercera fila se han hecho eco del asunto. Son revistas para lunáticos, con artículos sobre ovnis y marcianitos verdes, pero esto podría ser el principio del fin si los resultados publicados coinciden exactamente con los reales.
-¿Qué puedo hacer yo? –Vanny pensaba que aquello le venía grande, pero una muestra de confianza de este calibre no admitía una negativa como respuesta.
-Tenemos que impedir que las elecciones se celebren. Así tendremos tiempo para preparar unas nuevas, con el resultado que la Dirección determine.
-¿Qué le ha ocurrido a Trunc?
-Trunc nos ha traicionado. En el interrogatorio ha esgrimido teorías sobre la libertad individual y chorradas similares. ¡Aquí nadie atenta contra la libertad de nadie! Todo el mundo puede hacer lo que le de la gana. La gente tiene su trabajo, su coche, su casa, se van de vacaciones al sitio que prefieren, tienen hijos, se divorcian y se mueren. Son absolutamente libres –Dox estaba cada vez más irritado y elevaba el tono de voz.
-No tienes que convencerme de nada –intentó tranquilizarle Vanny.
-Ese estúpido de Trunc de repente ha pensado que lo que hacemos está mal -continuó Dox-. Que está mal que inventemos los resultados deportivos para que la gente hable al día siguiente de ellos en la oficina; que está mal que creemos algunos famosos y sus cotilleos; que está mal que pongamos un hombre en la Luna, aunque sea en el cine...-tomó aliento y continuó-. No puedo decirte cuál ha sido su castigo, pero no volverá a traicionarnos.

Exactamente trece días después Vanny estaba en su despacho, sentado ante su terminal. Activó el modo de vídeo. En ese momento se retransmitía un debate entre los máximos representantes de las tres formaciones políticas que tenían posibilidades de ganar las elecciones. Eran las 22:15, hora de máxima audiencia. En lugar de ir a su casa, Vanny prefirió quedarse en el despacho para ver el programa. De repente la cámara giró con brusquedad hacia la izquierda y enfocó a alguien ajeno al debate. Llevaba algo en la mano: una pistola láser. Tres rápidos y certeros disparos y los tres candidatos cayeron al suelo. Vanny expulsó de golpe el aire que había contenido en los pulmones mientras la acción se desarrollaba. Todo había salido bien. El asaltante fue detenido por dos guardias de seguridad y se cortó la emisión. Todo el mundo entendería que las elecciones se retrasaran algún tiempo después de un incidente semejante. Habría funerales multitudinarios y muestras de dolor y de respeto por la democracia. Afortunadamente nadie ha muerto –pensó Vanny-, unos cambios faciales y los protagonistas volverán a la vida normal, pero haciendo otras cosas.
Una sombra de duda cruzó la mente de Vanny. ¿Alguna vez habría habido muertos de verdad? No, la Organización no permitiría algo así, ¿o sí? La libertad individual... Ellos simplemente movían el decorado que había detrás de las vidas de las personas, pero todos eran libres, sólo el decorado estaba manipulado, y así su vida era mejor. Sí, eso era lo que le habían enseñado desde pequeño. Se obligó a dejar esos pensamientos a un lado y volvió a mirar al terminal, que se había apagado. El sistema de reconocimiento del iris parpadeó, la pantalla se iluminó y un par de segundos después sonó el localizador.
-Soy Dox. Sube, por favor –pensó que era el momento de recibir la felicitación por el trabajo bien realizado.
Llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta. Dox se encontraba sentado al fondo, igual que hacía dos semanas. Con la misma cara seria y gris. Avanzó un par de metros y descubrió que en el despacho había dos personas más, junto a la puerta de entrada. Se acercaron a él y le sujetaron por las muñecas.
-Señor Uloc, acompáñenos.
El parpadeo del sistema de identificación del iris volvió a su memoria. No, no era sólo un llave de acceso personal. También había sabido leer sus dudas. Ahora sabría qué le había ocurrido a Trunc.

martes, 22 de marzo de 2011

Retomando el trabajo


¿Por qué alguien se decide a escribir un blog? Es obvio que hay múltiples razones, aunque todas tienen en común la necesidad de contar algo, y además el autor espera que haya personas interesadas en leer y comentar lo escrito. Uno de los personajes que aparecen en este blog comentó a sus compañeros de trabajo que escribir un blog es un acto de onanismo. Para gustos los colores, y si a veces no comparto mis propios comentarios no voy a compartir los de personajes de ficción.
Yo tengo mis propias razones, pero evidentemente espero ser leído. Si además hay comentarios, es la leche. Pero hay un motivo que sí quiero compartir, y no es otro que la pasión de experimentar. Probar cómo se hace y qué se siente al publicar en el universo de internet, al alcance de todos los ojos; probar y aprender la técnica del blog; participar de la comunicación con todos los medios y las posibilidades que el siglo XXI nos ofrece. 
No dudéis que en este blog acabareis teniendo un enlace RSS y un podcast al que podáis suscribiros (no lo he hecho ya porque no tengo voz para ello). Quizá me pierda en los medios, pero como es nuestro blog (mío y de los que lo leéis), podemos hacer lo que queramos.
Las novedades de hoy son tres, a saber: la primera es que he añadido un icono para que se puedan hacer comentarios en Twitter. A Facebook siempre le he tenido una manía inexplicable, que pude justificar cuando aprendí que el perro del creador tenía nick. La segunda novedad es que he decidido escribir una columna de opinión semanal, que será publicada los domingos. En realidad lo que espero es que partiendo del tema que yo proponga vosotros opinéis. La tercera novedad es que esta entrada está escrita y publicada con un iPod como única herramienta. El trabajo ha sido mucho más cómodo de lo previsto y la única pega es que el teclado no es muy grande. Yo, que he ignorado a la marca de la manzana hasta hace poco, creo que me voy a hacer con un iPad 2 en cuanto salga a la venta en España... Y eso será el viernes.
Un saludo

sábado, 5 de junio de 2010

4. El Gran Cassini




El Gran Cassini subió al escenario y saludó doblando el cuerpo por la cintura a la vez que extendía el brazo derecho y recogía el izquierdo sobre su pecho. Antes extendía los dos brazos, pero un error de cálculo en uno de sus números le lesionó el brazo izquierdo y le imposibilitó la movilidad del codo. “Tiene que elegir, amigo mío –le dijo el médico del villorrio en el que actuó ese día- qué posición prefiere para su brazo. Y piénselo bien porque una vez que lo entablille, ya no podrá volver a moverlo”. El Gran Cassini eligió que su brazo y su antebrazo formaran un ángulo de noventa grados, y esa geometría siguen manteniendo muchos años después.

-Estimado público –dijo una vez que finalizó la reverencia-, señoras, señores y niños que tan amablemente han acudido a la función: Tengo el placer de anunciar que el espectáculo del Gran Cassini, el último mago verdadero, está a punto de comenzar.

Con una casaca roja con ribetes y botones dorados, un bigotillo que era poco más que una fila de hormigas, una calva total y algo más de un metro cincuenta de altura, el mago dio un paso al lado para dejar espacio a su ayudante.

-Tengo también el gusto de presentarles a mi colaboradora en este espectáculo de fantasía, la bella Sara.
La bella Sara hizo una reverencia -ella sí extendió ambos brazos-, hizo un gracioso giro con las dos manos y se dispuso a ordenar los aparatos que el mago utilizaría en la función.

Hubo flores de papel salidas de entre los dedos del artista, pájaros encontrados en el fondo de una chistera, una bola que se deslizó sobre el filo de un pañuelo, cartas que volaron para caer de nuevo agrupadas y en el orden correcto, e incluso adivinó el número –entre uno y un millón- que un espectador elegido al azar escribió en un pedazo de papel.

Todo este tiempo, Sara se movió con agilidad, sin despegar los labios y surtiendo siempre al mago de lo que iba necesitando para cada número. Sin parar sobre el escenario, Sara iba y venía, daba, recogía, colocaba y sobre todo sonreía. Siempre sonreía.

Nadie notó la limitada movilidad del brazo del artista, ni tampoco el temblor de sus manos, que no era debido a ningún accidente sino al simple pero inexorable paso del tiempo. Sabía que poco a poco sus habilidades iban a mermar, y había decidido –aunque ni la bella Sara lo sabía- que esta sería su última función. La noche anterior había dormido mal en el camastro de la caravana que les servía de hogar a ambos. Habían sido muchos los años compartiendo el espacio y el trabajo y muchas las noches de sueños divididos por una cortina. Pero a pesar de todo, decidió no compartir con la bella Sara que el último mago verdadero dejaría de actuar esa noche.

Al final de la función, el mago anunció el último gran número:
-Queridísimo público, van a tener ocasión de ver algo que jamás se ha realizado antes. No existe en este mundo nadie capaz de llevarlo a cabo excepto el Gran Cassini. La bella Sara se tumbará en la mesa que hay a mi derecha y yo la atravesaré con la espada que ella misma me entregará sin causarle el menor daño.

Sara se tumbó boca arriba sobre la mesa y el mago, con una habilidad imprevista para una sola mano, desplegó una sábana de seda púrpura sobre ella dejando su sonrisa a la vista. Las formas de la ayudante se dibujaban bajo el lienzo, que apenas se movía con su respiración. Con su mano derecha sujetaba la espada que entregó a Cassini y a continuación deslizó el brazo bajo la sábana.
El mago levantó la espada y la sostuvo sobre el pecho de Sara. Su mano tembló, sus músculos se estremecieron de manera imperceptible y Cassini supo que no podría mantener el suspense más tiempo. Con un golpe seco clavó la espada en el pecho de la mujer.

La bella Sara no pestañeó y mantuvo la sonrisa.

Una sonrisa congelada para siempre en un rostro que ya no tenía vida.



viernes, 4 de junio de 2010

Anotaciones (III)




Sucedió que Ra se hizo mayor y claro, aunque uno sea un dios e intente mantenerse en forma, los años no pasan en balde. Además no consigo imaginar a Ra haciendo jogging o footing o cualquiera de esas cosas que acaban en ing para mantener sus músculos firmes como los de un apolo; tampoco estaba de moda hacerse un lifting –otro ing- y sobre todo, no nos engañemos: Ra es un dios con d minúscula y eso se acaba notando.

El caso es que a Ra le salieron patas de gallo, y el Hombre se dio cuenta. Y cuando el Hombre se fija en algo, ya sea con mayúsculas o con minúsculas, siempre intenta sacar partido. Así que comenzó a burlarse del dios y a intentar arrebatarle su poder.

Ra, envejecido, con bastón y un principio de parkinson, llamó a la diosa Hathor. Esta diosa también lo era en minúsculas, pero tenía una mala leche mayúscula. Se dedico a la matanza y el saqueo y dejó a la Humanidad tiritando. A Ra le dio un poco de pena cuando lo vio todo lleno de cadáveres y miembros fuera de sitio –cosas de la edad, le dijo Hathor- y le pidió que parara, que el castigo había sido más que suficiente y que seguro que a partir de entonces le respetarían igual que en sus mejores años.

Pero la diosa era como un ataque de risa tonta, y no había quien la detuviera. Ra tuvo que llevársela de copas y a base de cerveza mezclada con ocre rojo, entonces lo más in –sin g- la dejó fuera de combate. Cuando se le pasó la resaca se olvidó de la Humanidad y se dedicó a esas otras cosas que hacen las diosas y que ahora no vienen a cuento.

De todas maneras, Ra estaba un poco cansado de tanto gobernar y decidió retirarse. Delegó su reinado en Thot y decidió ascender a la recién creada bóveda celeste a lomos de una vaca. Desde entonces los rayos del Sol se despliegan sobre la Tierra.

Para que la historia no fuera olvidada, los hombres la escribieron en los templos y monumentos funerarios de entonces, y se conoce como El Libro de la Vaca Celeste -por el cielo, no porque el animal estuviera pintado de azul clarito-.



domingo, 30 de mayo de 2010

3. Recepción




El policía le miró con resignación y suspiró:

-Mira, es cierto que mi trabajo es contarte lo que te estoy contando. Es mi deber y lo hago, pero no he tenido un buen día y me importa un carajo si lo entiendes o no. Tengo que explicártelo hoy y responder a tus preguntas mañana, pero si no lo entiendes o no quieres entenderlo... bueno, serías el primero que lo asimila tan pronto.

-¿Podría hacerle una última pregunta?

El policía adoptó un gesto paternal y habló como se le habla a un niño pequeño:

-Mañana es el turno de preguntas. Ahora debes descansar.

Por supuesto no descansó en absoluto. La habitación que le asignaron parecía la de un hotel: limpia, adecuada e impersonal. Cuando por la mañana sonó el teléfono y una voz le indicó que disponía de media hora para arreglarse, aún daban vueltas en su cabeza las palabras del policía. Y seguían dando vueltas cuando al final del pasillo por el que le condujo una amable pero silenciosa señorita (¿azafata?) cruzó una puerta y entró en una sala distinta a la de la noche anterior. El policía ya estaba allí y no se levantó cuando entró. Tampoco le dio los buenos días. Se limitó a empezar a hablar:

-Las reglas dicen que hoy es el turno de preguntas. De qué será el turno mañana puede ser una de las preguntas si así lo deseas. Por qué las reglas son las que son es algo que sabrás si necesitas realmente saberlo. Puedes hacerme diez preguntas a las que contestaré sinceramente. Las preguntas deben ser concretas, y yo soy quien decidirá si lo son o no. Puedes comenzar.

La verdad, todo parecía cada vez más complicado. Aquel tipo había conseguido que ni siquiera supiese qué quería preguntar. De repente, se escuchó decir a sí mismo:

-¿Es usted policía?

El policía respondió sin dudar:

-Agente del Cuerpo Especial de Seguridad número nueve, en nuestro argot el CES-9 (pronunció incluso el guión). Sí, soy policía. Y como tal detengo a los malos y vigilo a los buenos para que sigan siéndolo.

No sabía muy bien por qué había sido esa la pregunta que había hecho pero la extensión de las respuestas prometía.

-¿Por qué estoy detenido?

-No estás detenido.

Bien, parecía que cada pregunta tendría una respuesta diferente en longitud y detalle. Mejor olvidarlo y empezar a atar cabos. Un policía, en vez de interrogarle, le dejaba que le hiciera diez preguntas. Parecía lógico que fuera la que fuera su situación no era la de un detenido. Su razonamiento cambió de objeto por un instante: ¿había aparecido en una celda la noche antes, le habían enviado a dormir a un hotel después de una explicación alucinante y él se sometía a las reglas del juego sin más?

-¿Qué pasará si me levanto y me voy?

-No puedes levantarte.

Y una mierda, pensó, pero inmediatamente se dio cuenta de que parecía soldado a la silla. No, no era eso, ni siquiera podía mover un músculo. Al menos del cuello para abajo. Estuvo a punto de preguntar qué le habían hecho, pero recordó que mañana sería el turno de otra cosa:

-¿De qué será el turno mañana?

-Lo que ocurra mañana dependerá de lo que preguntes hoy.- Y tras unos segundos en los que parecía haberse acabado la respuesta, continuó: -Lo importante no es lo que descubras con tus preguntas, sino cómo preguntes lo que deseas descubrir.

Ya no podía más. No sabía dónde estaba, no sabía cómo había llegado, no sabía qué iba a ocurrirle, no podía moverse. Si su cuerpo le hubiera respondido, se habría refugiado en un rincón y se habría echado a llorar como un niño. Por Dios, si ni siquiera sabía dónde estaba.

-¿Dónde estoy? –preguntó, y añadió para dejar claro el objeto de su pregunta: -Quiero decir en qué país, en qué ciudad, no me importa si esto es una cárcel o un hotel, quiero saber en qué lugar del mundo me encuentro.

El policía le miró unos segundos sin decir nada. Luego una sombra de sonrisa se dibujó en su rostro y contesto:

-Quinta pregunta. Eres un chico listo y te adaptas con facilidad. No es que seas un genio pero tu inteligencia se combina con un autocontrol suficiente y eres capaz de pensar en situaciones límite. Quinta de diez, que según Chaismun y traducido a tu lenguaje es un notable en su Prueba de Adaptación y Sociabilidad a Medios Moderadamente Hostiles. Enhorabuena.
El policía sacó un paquete pequeño de uno de sus bolsillos, presionó un extremo y una bola del tamaño de una canica cayó en la palma de su mano. Se la llevó a la boca y la colocó bajo el labio superior, formando un bulto desagradable a la vista.

-No he olvidado tu pregunta –continuó.- Pero voy a comenzar por decirte lo que no quieres saber, o dices que no quieres saber. Esto no es ni un hotel ni una cárcel, es el Centro de Recepción de Visitas. Y la visita eres tú.



Anotaciones (II)



El sillón está tapizado con un cuero oscuro, triste y ajado. Miguel siempre se sentaba en él junto a la ventana, pero cuando se fue alguien lo empujó hasta el rincón que ocupa ahora. En la pared ahora oculta por el mueble se encuentra el dibujo de una vaca.


viernes, 21 de mayo de 2010

2. Moisés




Terminaba Julio y la tarde se derretía sobre los tejados de Madrid.

En la calle del Ensanche la temperatura siempre era un par de grados más alta. La anchura de la calle –o mejor la falta de ella- así como su desarrollo angosto, dificultaban la circulación de aire. El nombre de la calle tiene un origen desconocido, aunque ya se menciona en los Hechos Cómicos de la Villa, del ilustre cronista del siglo de oro, Hipólito Medialegua: “...la calle llamada del Ensanche, con nombre de origen incierto y posiblemente debido a algún caballero con los medios y la posición necesaria para dejar su gracejo inscrito en las fachadas de esta Villa. Esta calle es de estrechez tan notoria que figura en los registros como la de menor anchura de toda la municipalidad.”

Menciona este mismo cronista “...un hecho o leyenda acaecido en los albores del siglo en la calle del Ensanche, que fue escenario del amor de la joven Dorotea y su amado Miguel. Viviendo este último de alquiler en una habitación con balcón frente a la ventana enrejada de la casa de Dorotea, y sufriendo ella la reclusión propia de una doncella de su edad en una casa de bien, la historia de amor se desarrolló de balcón a ventana, y algunos fueron testigos de las caricias que compartían, sin moverse cada uno de ellos de su propio domicilio. Termina la historia cuando Dorotea queda encinta, y tengo aquí que decir que, a pesar de la escasa distancia que separa ambas casas, el hecho tuvo por fuerza que deberse más a la habilidad de Miguel de burlar la guardia de la doncella, que a alguna dotación natural que le permitiera consumar desde el otro lado de la calle.”

A pesar del calor, Moisés volvía a casa saltando a la pata –pierna- coja, alternando la pierna de apoyo cada dos saltos:

-Uno-dos –con la izquierda-, tres-cuatro –con la derecha-, así-salta –izquierda- el la-garto –derecha-, cinco-seis, siete-ocho, me-como, un biz-cocho, nueve-diez, once...

El doce no llegó a oírse en este lado porque Moisés había desaparecido justo debajo del balcón desde el que Miguel cortejó a Dorotea.


Pero el doce sí se escuchó con claridad en el otro lado, aunque nos quedaremos sin saber la rima porque el niño quedó paralizado, sobre una sola pierna, mirando fijamente al hombre que tenía frente a él: moreno, el pelo largo, barba larga y descuidada. Le miraba derrumbado en un sillón con los ojos muy abiertos, inundados de la desesperación más absoluta.

-¿Será posible que esto no termine nunca?
El niño relajó la pierna encogida y mejoró su apoyo, pero no entendía la pregunta que parecía que le dirigían a él.
-¿Es que no tenéis otro lugar en el que saltar más que en esa dichosa calle?
-Señor..., yo no... –balbució Moisés-. Yo sólo... –y una lágrima luchaba por asomar a su rostro.
-Sí, ahora te toca llorar, y después... Si ya me sé la historia, así que abreviando. ¿Cómo te llamas?
-Moisés.


miércoles, 19 de mayo de 2010

Anotaciones (I)




Sobre la puerta de salida de la Casa del Lago luce escrita, en letras que en otro tiempo fueron doradas, la siguiente frase:

"Si eres el mismo al salir andarás el camino dos veces."

Pero como saben todos los inquilinos de la Casa, nadie ha salido jamás por esa puerta sin haber cambiado antes.


domingo, 2 de mayo de 2010

1. Culpable



Durante la primera media hora sintió que los grilletes que sujetaban sus muñecas a la silla ejercían progresivamente más presión. Fue consciente cada instante de cómo laceraban su carne y supuso que algún mecanismo diabólico estrechaba el diámetro de las anillas lentamente, aumentando un dolor que le impedía pensar en cualquier otra cosa. La lógica llevaba un minuto pugnando por imponerse, diciéndole que aquello no era posible, que en tal caso sus muñecas ya habrían cedido a la presión, cuando escuchó un crujido escalofriante. En décimas de segundo entendió que el acero había destrozado los huesos de su muñeca derecha, un dolor indescriptible le subió hasta el hombro y gritó. Gritó como no lo había hecho nunca buscando un consuelo que no llegó. Inmediatamente, comprendió que su muñeca izquierda no aguantaría mucho más y la espera le martirizó.

En aquel momento las luces de la sala se encendieron y se sintió aliviado; la tortura terminaba o al menos habría una pausa. Lloró, se relajó mínimamente bajo el latido opresivo de su brazo derecho y entonces su muñeca izquierda reventó.

Perdió el conocimiento.

Cuando despertó se encontraba de nuevo a oscuras. Buscó el dolor en sus muñecas pero no lo encontró, aunque los grilletes aún le mantenían firmemente sujeto al sillón.

Se encendió la luz de la sala y pudo ver frente a él a una persona ataviada con una túnica negra. Giró la cabeza y supo que se encontraba en el centro de una habitación circular de gran tamaño. Sólo estaban él y la persona vestida de negro.

El juez habló.

-El dolor es real, pero la tortura está en tu cabeza –le dijo.- Somos un pueblo civilizado y jamás te haríamos daño. Aún así debes sufrir, debes redimirte, debes entender tu error y tu fracaso. El dolor es real y el dolor te redime. Debes sufrir, pero no podemos hacerte daño. Sólo el sufrimiento te ayudará a entender.

-Ponte de pie –le dijo.

Sin comprender, miró sus brazos sujetos a la silla para descubrir que ya no había grilletes. Apoyó las manos en los brazos del sillón y se levantó.

Un voz ligeramente metálica llenó entonces la sala:

-Identificación del reo –dijo la voz.
-Dos cero cinco uno –respondió el juez.
-Acusación –preguntó la voz.
-No acudir a la Casa del Lago.
-Veredicto.
-Culpable.
-Sentencia.
-Conversión.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Estrachas

Perseguía Ernesto el último trozo de flan cuando nos comentó sin levantar la vista del plato:

-¿Os he contado que tengo un amigo escritor?

Nicolás encendió un pitillo (sí, aún fuma) sin perder de vista la persecución del flan y preguntó:

-¿Tu amigo es un escritor de verdad?

Ernesto hizo una pausa en su pelea con el postre, levantó la cabeza y respondió:

-No, qué va; mi amigo sólo escribe estrachas.

Yo dudé si el desconocimiento de la palabra era debido a mi ignorancia y preferí mantenerme a la espera, de manera que fue Nicolás el que hizo la pregunta que yo tenía en los labios:

-Y eso de las estrachas... ¿qué es?

-No sabría explicartelo -respondió Ernesto, reanudando la persecución.- Sé que tiene algo que ver con el fútbol... Pero él lo explica muy bien. Tiene un blog: estrachasdelocelote, en blogspot. Lo mejor será que lo leaís allí. Lo que yo puedo deciros es que su estilo es diferente: lo distinguiría sin dudar de Ken Follet o de Dan Brown.

-Pues si tiene tanta labia y además sabe de fútbol es algo así como la reencarnación de Matías Prats. El padre, claro -apunté yo.

-A Matías Prats no se parece... Bueno, al hijo un poco, aunque a mí me recuerda un montón a Gallardón -respondió Ernesto alzando el dedo índice de su mano izquierda contra el flan.

Nicolás hizó unos aros con el humo y distraídamente tocó la madera de la mesa. Después insistió:

-¿Pero tu amigo es escritor de verdad o no?

Como Ernesto y yo le miramos sin entender porque la pregunta parecía estar ya respondida, nuestro compañero de almuerzo se explicó:

-Yo considero que alguien es escritor de verdad cuando hablan de él por sus obras. Da igual que se gane la vida o no con la literatura, pero que se hable de su creación es lo que le convierte a uno en escritor.

Ernesto, que sostenía triunfante el flan en la cuchara (gracias a la ayuda del dedo índice), le sacó de dudas:

-De mi amigo no habla nadie. No sale en la tele ni en los periódicos... Ni siquiera comentan su estilo en un blog de esos que están tan de moda.

Nicolás apagó el cigarillo en el cenicero, miró con reproche cómo Ernesto se comía el postre (la lucha no había sido justa) y nos confesó:

-Yo tuve un blog una vez, pero lo dejé.

-¿Por qué? -Mi interés se centraba en el motivo de su abandono y no en el contenido.

-Me parecía un acto de onanismo.

Con este comentario abandonamos el local, yo pensando en llegar a mi ordenador (donde la Wikipedía y la historia de Onán disminuirían un ápice mi ignorancia), Nicolás recordando su difunto blog y Ernesto con la satisfacción de haber triunfado sobre el flan.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La urna

No sé si os pasa, pero yo nunca logro evitar que los restos de ceniza manchen la madera del mueble del comedor. Aunque probablemente no tendréis una urna funeraria en el mueble. Con el tiempo, la urna ayudó a sujetar los tomos de la enciclopedia y claro: quita la urna, sujeta el tomo, pasa el trapo, la urna se inclina, se cae la tapa... y una vez incluso cogí la urna al vuelo.

De manera que de don Miguel sólo queda la mitad, calculo yo... así que decidí pegar la tapa. Me dio un poco de pena, porque era como enterrarlo para siempre, aunque mejor enterrado que aspirado, pensé.

Y ahora a hacer el baño, que la señora está a punto de llegar.

sábado, 31 de octubre de 2009

El carril bici




Tengo que reconocer que no es la primera vez que le dedico una mirada pausada al culo de Trini. Nada de perversión ni lascivia, sólo un poco de sano recreo visual.

Esta mañana me la encontré agachada, doblada por la cintura cuando recogía el vaso de la máquina de café. Pero su postura era forzada, con la pierna derecha avanzada en una posición antinatural. En lugar de permitirme el instante de solaz, preocupado por el gesto, la he llamado:

-Trini, ¿todo bien?

-Pues no -me ha contestado al tiempo que se giraba hacia mí.

Al verla de frente, se ha hecho patente su tobillo escayolado.

Trini es una mujer de buena presencia, simpática y accesible. Encontrártela en el café de la mañana y charlar un poco con ella te alegra el principio del día. Verla perjudicada me ha llevado inmediatamente, antes de saber nada más, a solidarizarme con ella.

Trini me ha contado que ayer fue a pasear al Retiro.

-Te parecerá una tontería -me ha dicho-, pero algún domingo que otro cojo un libro, me subo al autobús y en quince minutos estoy en el Retiro. Allí busco un banco a la sombra si es verano, o al sol en invierno, y leo un par de horas. Me relaja un montón.

-¿Y ayer fuiste? -aventuré yo.

-Sí, y al bajarme del autobús, tuve cuidado con la zanja que hay junto a la parada, esquivé la valla que habían puesto para el maratón, hice una finta para eludir dos motos aparcadas en la acera... Pero al final me despisté.

Yo callé y la dejé continuar, agotado sólo de pensar en el esfuerzo sobrehumano que le había supuesto a la pobre Trini bajarse del autobús.

-Al final, puse el pie en el carril bici y un un ciclista me atropelló.

Me imaginé a un individuo completamente sudado cayendo sobre el pie de Trini.

-Terrible -dije.

-Lo peor -continuó ella- es que me insultó. Me acusó de no respetar a los ciclistas.

No se me ocurrió más que decir. La mirada de Trini vagaba perdida en el vaso de café, y la mía se trasladó al lugar del incidente para imaginar a aquel imbécil levantándose esgrimiendo argumentos inútiles contra la mujer tirada en medio de su carril.

Si yo fuera alcalde de esta ciudad, ni motos ni bicis, a quien le haría un carril para ella sola es a Trini.


sábado, 24 de octubre de 2009

El cambio de hora

Ayer me dijo Nicolás que preferiría ser una ballena. Nicolás es un tipo bajito y enjuto de pelo negro. Es más bien distraído, o eso parece, y su mayor cualidad es la de no molestar a nadie.

-Por eso mismo -me dijo a la hora del café- me joroba sobremanera que me molesten a mí.

Nicolás usa expresiones como "sobremanera", "muy mucho" y "enjundia". Es un tío la mar de instruído.

Hace años que él y yo trabajamos juntos y nunca tuve la sensación de que nadie tuviera el menor interés en jorobarle, pero más aún me ha sorprendido el hecho de que le apeteciera cambiar su existencia por la del mamífero marino.

Nicolás lo ha explicado muy bien y muy rápido, que el café no se puede alargar demasiado si queremos ser productivos:

-Si a mi se me ocurriera hacer ruido en una zona de paso de ballenas jorobadas -me ha dicho-, si se me antojara (y tuviera medios) para cambiar la temperatura del agua de la zona de cría de una ballena blanca, si acaso osara ir a molestar a la mamá ballena cuando está a punto de dormir, hay varias docenas de leyes y reglamentos, de sociedades y grupos ecologistas, de opiniones públicas más o menos dirigidas que acabarían con mi propósito.

-Claro -le he respondido yo-. ¿Quién eres tú para ir a tocarles los huevos a las ballenas?

-Pues no soy nadie -me ha contestado-, pero tampoco quiero que me cambien mi hábitat natural.

En respuesta a mi cara de asombro, él me ha recordado que esta noche deberemos cambiar la hora, atrasar el reloj para ahorrar energía. Y que eso a él le transtorna, le cambia el metabolismo; se estriñe, aparece el insomnio y además llega a casa de noche. Quizás lo peor sea eso, porque aunque ahora se puede ir al fin del mundo en cercanías, su barrio, a pocos kilómetros del centro, aún no tiene metro. Y el año pasado, después del cambio de hora, le atracaron al amparo de la noche prematura.

Nicolás, tan educado él, tan discreto, jamás se ha quejado de nada ante ningún organismo, público o privado. Pero ayer me confesó, tras el último sorbo de café, que está pensando escribir a Greenpeace porque se siente una especie en peligro: le tocan el hábitat, le perturban el sueño y la evacuación y le ponen en riesgo con la oscuridad anticipada.

Y es que Nicolás tiene tiene todo el derecho del mundo a preservarse a sí mismo.