sábado, 26 de marzo de 2011

Mundo Futuro

Vanny Uloc llegó al edificio de Mundo Futuro a las nueve de la mañana, como todos los días. En aquellos tiempos en que moverte por la ciudad en tu vehículo particular era un lujo, Vanny disfrutaba, gracias a su reciente ascenso, de una tarjeta de movilidad personal emitida por el Ayuntamiento. El ascensor le dejó en el vestíbulo de la sexta planta. Sobre las puertas de cristal podía verse el logotipo de la compañía –una M sobre un globo terráqueo- y debajo, en letras azules: Mundo Futuro. Cambiamos el mundo cada día.

Entró por primera vez en su nuevo despacho. Se sentó y miró la pantalla encastrada en la mesa. El sistema de identificación del iris –una diminuta luz roja situada en la esquina superior derecha de la pantalla- parpadeó, le reconoció y encendió el terminal. La pantalla estaba dividida horizontalmente. En la parte superior, las respuestas a los mensajes enviados. Tocando con el dedo en cada uno de ellos, comprobó que eran las respuestas de ejecución a las órdenes cursadas la semana anterior, en su antiguo cargo como Responsable de Deportes: el Blumar ganaría tres a dos al Glof y se proclamaría por tercera temporada consecutiva vencedor del Campeonato de Klisdom; la clasificación definitiva para la carrera del próximo domingo de autopropulsores no atómicos estaría encabezada por una joven promesa; el próximo miércoles el boletín deportivo informaría acerca de la posible lesión de Loggio, el número uno indiscutible en la selección nacional de klisdom. Prepararían un mes bastante movido en el terreno deportivo.

Luego bajó hacia los mensajes nuevos, en realidad sólo uno. Bien, era su primer día y su jefe querría darle un tiempo de adaptación al nuevo puesto. Lo abrió pulsando sobre él. Dox le daba la enhorabuena y le pedía ideas sobre algún asunto de corrupción empresarial. Nada especialmente grave, pero que llamara la atención del público. Finalmente debía ser resuelto por la Agencia de Seguimiento de Empresas y los culpables condenados de manera ejemplar. Vaya, su primer trabajo. Y esto ya eran palabras mayores. Cierto que contaba con un equipo de ocho personas, pero la idea debía ser suya y después sus colaboradores le ayudarían a desarrollarla. Se reclinó en su asiento dispuesto a dedicar la mañana a pensar sobre el tema cuando sonó su localizador. En dos palabras, y con el tono que menos hubiera deseado para su primer día, su jefe le pedía que subiera a verle. Inmediatamente.

El despacho de su jefe era varias veces mayor al suyo. Y mejor decorado, de colores vivos, muy alegre, tan alegre que la cara de Dox llamaba la atención por su seriedad y su color grisáceo.
-Pasa Vanny, siéntate. Lamento que en tu primer día te veas envuelto en algo como lo que voy a contarte, pero necesito encomendarle esta labor a alguien de mi más absoluta confianza. ¿Cómo andas de política nacional?
Vanny no supo qué decir. Había estado estudiando economía nacional e internacional los tres últimos meses para prepararse para sus nuevas responsabilidades. Por supuesto que había relación con la política, pero el responsable de la Unidad de Economía Nacional tenía que saber de economía y no de política.
-¿Qué hay de Trunc? -preguntó Vanny, aunque ya suponía que debía existir alguna razón para que Dox no acudiera a él- ¿No debrías hablar con el responsable de la Unidad de Política Nacional?
-Vanny, si te he llamado a ti es porque este asunto no es sólo un problema de conocimientos y de experiencia, sino de confianza. Mi puesto está en juego. Más aún, yo diría que toda la Organización lo está. Estamos a punto hundirnos.
-Cuenta con toda la ayuda que pueda proporcionarte –pensó que era la única respuesta correcta en esa situación-. Dime qué pasa.
-Como sabes, la elecciones nacionales serán dentro de dos semanas. Es un evento importante, que entra dentro de nuestro cometido, y que al tener una cobertura informativa tan amplia, o bien se hace en directo dejando al azar algunos aspectos menos importantes o bien se graba de antemano. La Dirección decidió que en este caso debía grabarse, bajo las más estrictas medidas de seguridad.
>>También sabes que desde al año 1480, cuando comenzó a prepararse la farsa del descubrimiento de América, nunca hemos sido descubiertos, ¡y eso que ese primer trabajo necesitó doce años de preparación! En todos estos siglos ha habido algunos problemas, espacio para los rumores, pero jamás se ha podido demostrar nada. Los miembros de nuestra Organización casi siempre han sido fieles, y los avances tecnológicos de los últimos años nos han ayudado a ser más seguros. Tú no lo sabes, pero el sistema de identificación del iris no sólo es la llave para tu acceso a la oficina y al terminal. También es una analizador que puede detectar cambios químicos y psíquicos: si estuvieras tramando algo, saltaría la alarma.
>>De alguna manera, Trunc ha burlado todos nuestros controles y ha filtrado el resultado de las elecciones. Todo: porcentajes, reparto de escaños, representantes... Sólo un par de revistas de tercera fila se han hecho eco del asunto. Son revistas para lunáticos, con artículos sobre ovnis y marcianitos verdes, pero esto podría ser el principio del fin si los resultados publicados coinciden exactamente con los reales.
-¿Qué puedo hacer yo? –Vanny pensaba que aquello le venía grande, pero una muestra de confianza de este calibre no admitía una negativa como respuesta.
-Tenemos que impedir que las elecciones se celebren. Así tendremos tiempo para preparar unas nuevas, con el resultado que la Dirección determine.
-¿Qué le ha ocurrido a Trunc?
-Trunc nos ha traicionado. En el interrogatorio ha esgrimido teorías sobre la libertad individual y chorradas similares. ¡Aquí nadie atenta contra la libertad de nadie! Todo el mundo puede hacer lo que le de la gana. La gente tiene su trabajo, su coche, su casa, se van de vacaciones al sitio que prefieren, tienen hijos, se divorcian y se mueren. Son absolutamente libres –Dox estaba cada vez más irritado y elevaba el tono de voz.
-No tienes que convencerme de nada –intentó tranquilizarle Vanny.
-Ese estúpido de Trunc de repente ha pensado que lo que hacemos está mal -continuó Dox-. Que está mal que inventemos los resultados deportivos para que la gente hable al día siguiente de ellos en la oficina; que está mal que creemos algunos famosos y sus cotilleos; que está mal que pongamos un hombre en la Luna, aunque sea en el cine...-tomó aliento y continuó-. No puedo decirte cuál ha sido su castigo, pero no volverá a traicionarnos.

Exactamente trece días después Vanny estaba en su despacho, sentado ante su terminal. Activó el modo de vídeo. En ese momento se retransmitía un debate entre los máximos representantes de las tres formaciones políticas que tenían posibilidades de ganar las elecciones. Eran las 22:15, hora de máxima audiencia. En lugar de ir a su casa, Vanny prefirió quedarse en el despacho para ver el programa. De repente la cámara giró con brusquedad hacia la izquierda y enfocó a alguien ajeno al debate. Llevaba algo en la mano: una pistola láser. Tres rápidos y certeros disparos y los tres candidatos cayeron al suelo. Vanny expulsó de golpe el aire que había contenido en los pulmones mientras la acción se desarrollaba. Todo había salido bien. El asaltante fue detenido por dos guardias de seguridad y se cortó la emisión. Todo el mundo entendería que las elecciones se retrasaran algún tiempo después de un incidente semejante. Habría funerales multitudinarios y muestras de dolor y de respeto por la democracia. Afortunadamente nadie ha muerto –pensó Vanny-, unos cambios faciales y los protagonistas volverán a la vida normal, pero haciendo otras cosas.
Una sombra de duda cruzó la mente de Vanny. ¿Alguna vez habría habido muertos de verdad? No, la Organización no permitiría algo así, ¿o sí? La libertad individual... Ellos simplemente movían el decorado que había detrás de las vidas de las personas, pero todos eran libres, sólo el decorado estaba manipulado, y así su vida era mejor. Sí, eso era lo que le habían enseñado desde pequeño. Se obligó a dejar esos pensamientos a un lado y volvió a mirar al terminal, que se había apagado. El sistema de reconocimiento del iris parpadeó, la pantalla se iluminó y un par de segundos después sonó el localizador.
-Soy Dox. Sube, por favor –pensó que era el momento de recibir la felicitación por el trabajo bien realizado.
Llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta. Dox se encontraba sentado al fondo, igual que hacía dos semanas. Con la misma cara seria y gris. Avanzó un par de metros y descubrió que en el despacho había dos personas más, junto a la puerta de entrada. Se acercaron a él y le sujetaron por las muñecas.
-Señor Uloc, acompáñenos.
El parpadeo del sistema de identificación del iris volvió a su memoria. No, no era sólo un llave de acceso personal. También había sabido leer sus dudas. Ahora sabría qué le había ocurrido a Trunc.

2 comentarios:

  1. En el fondo, y a una escala menor, esto debe ocurrir también en nuestro mundo del año 2011. Debe haber gente poderosa que se reune en despachos lujosos y escondidos, y conjura para que, de alguna manera, nuestras vidas sean como ellos creen que deben de ser.

    Muy intenso, Prionodonte. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  2. ¿Debe? A mi no me cabe duda.
    Un saludo

    ResponderEliminar